PRIMERO LA SEPARACIÓN ENTRE IGLESIA Y ESTADO, DESPUÉS EL DIVORCIO, AHORA LA DESCRIMINALIZACIÓN DEL ABORTO. URUGUAY: ¿UNA SOCIEDAD LIBERAL?
En una sociedad como la
uruguaya, donde en las representaciones colectivas dominantes no admiten la
existencia de formas duras de
discriminación, nos proponemos poner al descubierto formas de discriminación y
de violación del principio de igualdad. Luis Pedernera- Secretario Ejecutivo
Comité de los Derechos del Niño Uruguay (PEDERNERA, Luis, REBOLLO Gabriela,
SILVA BALERIO, Diego).
Motivados por la aprobación de la Ley de despenalización del
aborto en el Uruguay, objetivamos hacer algunas consideraciones sobre este y
otros procesos uruguayos que en su tiempo se convirtieron en únicos en la
historia de Latinoamérica, tales como la Separación entre Iglesia y Estado y el
Divorcio (Después de Cuba, Uruguay es el segundo país de América
Latina que aprueba la Ley que despenaliza el aborto). Intentamos entender si, por esos hechos, el país se ha convertido
también en el primero a abolir los prejuicios, adquiriendo rasgos de sociedad
liberal. Afirmamos que a pesar de haberse implantado el bienestar social y la
democracia desde la época del batllismo, y a pesar de la instauración de ese
tipo de leyes, los prejuicios han disminuido poco; o entonces han sido
retomados. En ese sentido, la aprobación
de leyes progresistas, no necesariamente llevarían a los uruguayos a convertise
en una sociedad liberal, tal como los medios de comunicación informan o la
opinión pública manifiesta, a raiz de la nueva Ley aprobada por el Senado, el
miércoles 17/10/2012 en Montevideo.
En países como Colombia y Uruguay la Iglesia Católica ha
jugado un papel oprobioso
(Aceptamos el papel importante
de algunas órdenes religiosas o de hombres ligados a la Iglesia Católica en la
Historia de América. Desde Las Casas, y su lucha por la justicia, pasando por
los curas Hidalgo y Morelos a favor de la Independencia de América, hasta
figuras como el cura guerrillero Camilo Torres y frei Betto. Incluyendo el papel
progresista de la Iglesia Católica en la década de 1960 y las Encíclicas del
Papa Juan XXIII, entre otros procesos) En el
primero incentivó innumerables guerras civiles, hasta la última del siglo XIX,
la de los Mil Díaz (1899-1902). En el Uruguay, debido a su intromisión, se le
colocó freno a su ímpetu y se separó Iglesia de Estado de forma radical, en un
proceso que comienza a mediados del siglo XIX y se completa en los dos mandatos
de José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1915). Batlle ordenó bajar de las
paredes de hospitales y órganos públicos
hasta el último crucifijo por allí colgado. En Colombia no hubo tal separación.
Seguramente por eso, dentro de otros motivos, estamos intentando cambiar la
guerra por la paz en 2012.
La Iglesia, por medio del matrimonio, también acabó con la
libertad individual, redujo el amor y las pasiones más desenfrenadas, que
también le dan sentido a la vida, al marco de lo invisible, de lo prohibido, de
la verdadera vida privada; a hombres y mujeres se les obligó a pagar un duro
precio al optar por el enlace matrimonial. Frente a ese dilema, Batlle y los
colorados optaron por la Ley del Divorcio de 1913. Siendo el primer país de
América Latina a concederlo a hombres y mujeres por iniciativa propia. Dice
José Pedro Barrán que “batllistas radicales y socialistas, partidarios del
divorcio en esas condiciones, argumentaron a favor de la libertad individual
(...) a la liberación del placer, lo que mostraba una vez más la oposición del
individuo a la coacción social” (BARRÁN, 2008, 18).
El batllismo acabó colocando las bases de la nueva identidad
uruguaya. Durante ese período se establece la Idea de un país blanco,
europeizado, cujo objetivo era conformar una sociedad homogénea, concebida como
”crisol de razas”, bajo la égida de un proyecto político que automáticamente
posibilitara la absorción de las particularidades subculturales en la
emergencia de una nacionalidad moderna del país, asegura Teresa Porzecanski.
Esse
proyecto que alentó a ‘hacer la América’ a verdaderos contingentes de pueblos
empobrecidos, se refería a la elaboración de una cultura nacional, predominantemente
urbana e industrial en la que la igualdad de oportunidades operara de
instrumento “homogeneizador” no sólo de las diferencias subculturales sino
también de las de estrato ocupacional y educativo” (PORZECANSKI, 1992, 49-61)
Indígenas y afrodescendientes vinieron a hacer parte de un pasado
distante, mítico, esteriotipado. Una versión “construida popularmente por
parámentros de prejuicio y etnocentrismo”, para el caso de la construcción de
la indianidad uruguaya (Idem). Noticias sobre los últimos charrúas se
localizaban en una memoria que remontaba a 1830, la década de Rivera como
primer presidente constitucional y su lucha exterminadora de los pueblos
originarios. El batllismo impulsó la construcción de la imagen del país como la
“Suiza de America”. País de todas las posibilidades y garantías políticas y
sociales. Una sociedad que, según historiadores, llegó a hacer uso de los
cánones que la representarían, hasta finales del siglo XX, como una sociedad
occidental, europea, en las tendencias que se instauraron en la vida privada, especialmente
de los montevideanos, que “no difieren substancialmente de aquellos que son
reconocibles en sus formas más acabadas en las sociedades de pleno desarrollo”
(PORZECANSKI, 2004, 330).
Dentro de ese auge económico y social, de refinamiento de la
vida privada y de secularización se instaura la penalización del aborto en
1938. Lo que deja entrever, en primer lugar, que a pesar del desarrollo
económico, las mujeres abortaban y, así, no podemos asociar aborto con pobreza;
tal como se asocia pobreza y aumento de población. La penalización del aborto
en esa “época de gloria”, significa, en segundo lugar, que una sociedad
heredera de un modelo eurocéntrico de sociedad católica y machista, también
vivía abiertamente los prejuicios, consecuencia de ese tipo de “civilización”.
Recordemos que en 1920 y 1930 el homosexualismo
y el adulterio continuaban siendo duramente controlados socialmente; mas
eso no implicaba, como lo advierte José Pedro Barrán, la inexistencia de
transgresiones que provocaban el escândalo (BARRAN, 2005). Interesante notar entonces
que educación, por medio del ingreso a la escuela pública o a la universidad, y
un proceso de inclusión social, no fueron suficientes para acabar con los
prejuicos.
La bonanza económica fue menguando en la segunda mitad del
siglo XX y los problemas sociales se hicieron presentes sin que ese tipo de
sociedad así lo percibiera, o porque estaba convencida de que el mundo
montevideano era el mismo de la periferia y de la zona rural donde, quizás, esa
“Suiza de América” nunca había existido. Surge la guerrilla de los Tupamaros y
se acerca para el Uruguay una de las etapas más espantosas, la dictadura a
partir de 1973. El vendabal que significó esa época, obligaría a la sociedad a
repensar su situación, su imagen de prosperidad. Surgen trabajos de científicos
sociales indagando por una otra identidad, ya no aquella del país blanco,
europeizado y próspero económicamente. Esa sociedad democrática de antes, se ve
obligada ahora a dividirse entre comunistas y capitalistas. “Éramos ‘de
izquierda’ o ‘de derecha’; socialistas o “reaccionarios” (VIÑAR & GIL,
2004, 301-326). La sociedad se polariza entre aquellos que apoyaban a la
guerrilla o a los militares, pues difícilmente neutros existían en un mundo de
terror y zozobra. En una época de guerra fría, ahora vivida de cerca, los uruguayos necesariamente
rompen con la idea de identidad única; aquella del “hombre nuevo”, del país
“fundado recientemente” por el líder mesiánico llamado Batlle (LEDEZMA, 2011).
O como aseguran Viñar y Gil, “la idea de que la historia comenzaba con
nosotros”
En la década de 1970 aparecen resultados de investigaciones
sociales probando que el país no era étnicamente apenas blanco, pues lo era,
por su herencia, mestizo, índio y negro también. En el rescate de la indianidad
de los uruguayos, fue de importancia la fundación del curso de Arqueología, en
la Universidad de la República en 1976. También se muestra que la religiosidad
católica no era única y se da un rescate de otros procesos identitarios, como
las religiosidades de raiz africana. “Surgen iglesias pentecostalistas y un catolicismo
popular con sesgos místicos claros, que se expresan en audiciones radiales y
congregaciones públicas masivas. En el caso de los cultos afrouruguayos,
aparece, además, un fenómeno importante de autoafirmación y difusión” (PORZECANSKI,
1992, 56).
La visita del Papa Juan Pablo II en 1987 incentivará la
reaproximación entre Iglesia y Estado, que llevará al presidente Julio María
Sanguinetti al Vaticano en 1997 y al pueblo a sacar de lo privado para lo
público sus prácticas religiosas. Después de la visita del Papa, una cruz, instalada
para las liturgias necesarias, fue defendida para quedarse en el lugar donde
había sido levantada. Todo ese proceso lleva a Gerardo Caetano & Roger
Geymonat a asegurar que “aquella persuasividad –otrora incontestable – de las
viejas convicciones del modelo privatizador y laicista ya no parece resultar
tan eficaz” (CAETANO & GEYMONAT (1997, 20).
Junto a esos hechos, se comienza a re-vivir otra etapa, la de
la discriminación social y étnica; con estas, la discriminación sexual, que el
proceso de identidad y el auge político y económico, de cierta forma, podrían
haber minimizado en lejanas épocas.
La remuneración promedio de un uruguayo negro alcanza al 70% de la de un
uruguayo blanco. En las mujeres, llega al 72%. Esto es así por el diferente
nivel educativo y de experiencia dentro de las empresas entre blancos y negros.
Además, un niño negro tiene menores posibilidades de bienestar que un niño
blanco y sus oportunidades de futuro estarán más comprometidas. Los datos surgen
del libro “Población afrodescendiente y desigualdades etnico-raciales en
Uruguay”. (Ver ERRAMUSPE, Mauricio. Presentan Informe sobre discriminación
racial en Uruguay. En: http://www.180.com.uy/articulo/Discriminacion-racial-en-Uruguay
Consulta el 26/10/2012).
A comienzos de 2012 fueron asesinadas dos travetis, Gabriela
y “la Brasilera”. Los hechos fueron noticiados por la prensa que negó la
identidad de género de las víctimas y las trató como hombres, llamadas por sus
nombres de pila; no le dedicaron a los hechos más que unas cuantas líneas,
mientras a otro tipo de crímenes le gastan varias páginas. No se mencionó a sus
familiares y se destacó que en el lugar se ejercía la prostitución y se habían
encontrado envases de preservativos. No se pidió para aclarar los asesinatos.
La sociedad uruguaya tampoco preguntó por detalles, ni exigió nada.
En Uruguay, las personas trans
sufren regularmente el acoso y la violencia física de diversas personas y
grupos, incluido el Estado a través de sus servicios de salud, su fuerza
policial y su sistema de protección social. Exhortamos a la sociedad uruguaya a
no tolerar más esta situación, a exigir respeto por la dignidad humana de
Gabriela, de “la Brasilera” y todas las personas sin distinciones, y
a exigir el pronto esclarecimiento de estos asesinatos (Ver Ovejas Negras: Ante
el asesinato de dos mujeres trans en nuestro país.En: FUDIS. Federación Uruguaya de la Diversidad Sexual. Ver http://fudis.blogspot.com.br/
Consulta el 24/10/2012.
En una sociedad que
retoma viejas prácticas religiosas, también incentivadas por el Estado y donde
se desploman viejas identidades y se construyen nuevas, basadas en lo
multiétnico y multicultural, surge un terreno abonado para prácticas
discriminatorias, de control social y prejuicios contra el aborto, por ejemplo.
Eso explicaría por qué hoy, casi la mitad de la población se manifiesta contra,
a pesar de haber sido promulgada una Ley que lo despenaliza. Algunos medios de
comunicación informan que casi 2/3 de la población no concordan con la
despenalización del aborto (Casi 2/3 en contra de despenalizar el
aborto. Disponible en: http://www.sociedaduruguaya.org/2007/07/casi-2/3-en-contra-de-despenalizar-el-aborto.html
Consulta el 25/10/2012). Antes de la votación a
favor, en el Senado, fueron realizadas marchas en contra de dicha Ley,
lideradas por representantes de la Iglesia Católica y de partidos políticos (Movilización
contra despenalización del aborto. Sociedad
Uruguaya. Disponible en http://www.sociedaduruguaya.org/2007/10/movilizacion-contra-despenalizacion-del-aborto.html
Consulta el 26/10/2012. También se opusieron
sociedades como la Comisión Espírita por la Vida. (Iden. Comisión
Espírita por la Vida contra la despenalización del aborto. Disponible en: http://www.sociedaduruguaya.org/2006/12/comision-espirita-por-la-vida-contra-despenalizacion-del-aborto.html
Consulta el 26/10/2012)
Sin embargo, otros medios de comunicación afirman que el 60%
de la población estaría a favor de la despenalización, caso haya un blebiscito.
En
síntesis: en un marco de opiniones en términos generales muy estables, la
mayoría absoluta de la población sigue estando a favor de la despenalización
del aborto. En los últimos cinco años las opiniones contrarias a la
despenalización están disminuyendo, pero lentamente. La configuración de las
opiniones sugiere que al menos a corto y mediano plazo las tendencias
continuarán en esta misma dirección, favorable a la despenalización, porque
estas opiniones son más vigorosas a medida que aumenta la educación y el
ingreso. Si hubiera un plebiscito sobre el tema, el resultado sería casi
seguramente favorable a la despenalización del aborto, pero una minoría
numerosa, tal vez cercana al 40% del electorado votaría en contra. (La opinión uruguaya sobre el aborto.
Mundo Sur. Latinoamérica y vos. Disponible en: http://www.mundosurfm.com/la-opinion-uruguaya-segun-el-aborto/)
De momento el debate continúa en un país que ha perdido
muchas de las garantías sociales contraidas en otros tiempos. Y que, como
dijimos, a pesar del bienestar social de otrora y la abertura a políticas
progresistas, como la Separación entre Iglesia y Estado, el Divorcio y la Ley
de Despenalización del Aborto, no necesariamente se registra disminución de los
prejuicios, o se traza la ruta hacia una sociedad liberal. No podemos creer
firmemente que, como dice la cita anterior, a medida que aumenta la educación y
el ingreso, los prejuicios contra el aborto disminuirán. Volvemos a recordar al
lector que historia no es necesariamente sinónimo de progreso. Donde aparecen
luces, es porque existen tinieblas. Además, aqui seguimos las pistas de la mentalidad,
pues conforme anotado por Fernad Braudel, estas son cárceles de larga duración.
REFERENCIAS:
BARRÁN, José Pedro. Intimidad, divorcio y nueva moral en el Uruguay del
novecientos. Montevideo: Banda
Oriental, 2008, p. 18.
BARRÁN, José Pedro. Amor
y transgresión en Montevideo: 1919-1931. Montevideo: Banda CAETANO, Gerardo
& GEYMONAT Roger. La secularización
uruguaya (1859-1919). Catolicismo y privatización de lo religioso.
Montevideo: Taurus, 1997, p. 20.
Oriental, 2005, 337 pp.
LEDEZMA MENESES, Gerson. Populismo no Uruguai do
Centenario. O caso de José Batlle y Ordóñez. Ver anales del XXVI Encontro da
ANPUH, 2011. http://www.snh2011.anpuh.org/resources/anais/14/1308191845_ARQUIVO_POPULISMONOURUGUAIDOCENTENARIO.pdf
PEDERNERA, Luis, REBOLLO Gabriela, SILVA BALERIO, Diego
(Coordinadores). Discriminación y Derechos Humanos en Uruguay. La voz de los
niños, niñas y adolescentes. Montevideo: Comité de los Derechos del Niño
Uruguay. Disponible en: www.comitedn.org/Discriminacion/InformeFinal... Consulta el
26/10/2012.
PORZECANSKI, Teresa. Uruguay a fines del siglo XX:
mitologías de ausencia y de presencia. En: ACHUGAR, Hugo, AGUILAR, César, et.
All. Identidad uruguaya: ¿Mito,
crísis o afirmación?. Montevideo: Trilce, 1992, pp. 49-61.
PORZECANSKI, Teresa. La
nueva intimidad. En: BARRÁN, José Pedro; CAETANO, Gerardo; PORZECANSKI, Teresa.
Historias de la vida privada en el
Uruguay. Individuos y soledades, 1920-1990 (vol. 3). Montevideo: Taurus,
2004, p. 330
VIÑAR, Marcelo & GIL, Daniel. La dictadura: una
intrusión en la intimidad. En: BARRÁN, José
Pedro; CAETANO, Gerardo; PORZECANSKI, Teresa. Historias de la vida privada en el Uruguay. Individuos y soledades,
1920-1990 (vol. 3). Montevideo: Taurus, 2004, pp. 301-326.
Gerson Ledezma