A seguir reproduzimos artigo do mexicano Enrique Krauze sobre Bolívar, divulgado pelo professor Horacio Gutierrez (USP) na lista de e-mails da ANPHLAC (Associação Nacional de Pesquisadores e Professores de História das Américas). No artigo, publicado em 14 de julho no jornal chileno La Tercera, Krauze faz um breve resumo das principais interpretações sobre Bolívar:
Como ha explicado el eminente historiador venezolano Elías Pino Iturrieta, cada época y cada corriente política ha inventado a su propio Simón Bolívar. Los dictadores venezolanos lo reivindicaron como suyo, igual que los fascistas italianos y los franquistas. Todos ellos preferían enfocarse en la vertiente “cesarista” del héroe. Otra distorsión la introdujeron los creadores del nacionalismo iberoamericano que lo convirtieron en un adalid de la guerra cultural (racial y aun religiosa) entre las dos Américas, la ibérica y la sajona. La izquierda latinoamericana, siempre incómoda por el feroz retrato de Bolívar escrito por Marx en 1852, terminó por reclutar al héroe en las batallas de la guerra fría. Pero se trata de un evidente anacronismo: Bolívar admiró a EEUU e incluso soñó con un protectorado de Inglaterra sobre las nuevas repúblicas.
Para acercarse a la persona que realmente fue Bolívar es bueno definir todo lo que no fue. Además de no ser nacionalista, fascista, franquista, antiimperialista, no fue, ni pudo ser, socialista ni comunista. Hay amplísimas evidencias de su rechazo (y su horror) a las revoluciones populares. Una de las principales razones por las cuales Bolívar se aferró al mando de la Gran Colombia (su efímera creación) fue la angustia permanente que le producía el riesgo de la irrupción popular y el amenazante fantasma de lo que llamó “pardocracia”. Hoy su actitud puede parecer racista. Y lo era -a mi juicio- pero bajo los parámetros de un criollo del siglo XVIII, no de un darwinista social del XIX o un racista alemán del XX.
Bolívar temía la revolución de abajo, pero también la tiranía de arriba. Su rechazo a la monarquía (aun la propia, que era posible) y a las formas desnudas del despotismo se explica por sus valores republicanos. Si uno quiere entender las ideas políticas de Bolívar debe leer a los autores clásicos que él leía: Montesquieu, sobre todo, pero también a Rousseau y Maquiavelo. Y si uno quiere comprender la vida de Bolívar, debe verlo en la galería de los hombres con los que quiso equipararse: los personajes griegos y romanos de su libro de cabecera, las Vidas de Plutarco.
Tan lejos de la revolución como de la tiranía, Bolívar quiso tutelar a los países liberados no sólo para evitar su desintegración, sino para hacer germinar en ellos las costumbres de la libertad. A diferencia de los EEUU que por cultura nacieron casi predestinados a la democracia, Bolívar sabía que el ciudadano era el protagonista que faltaba en nuestra vida, y que sin el ciudadano -sujeto y objeto de la polis- no podía erigirse una república. Lo que Bolívar no advirtió fue la contradicción insalvable entre su proyecto “tutelar” (su “hábil despotismo”) y el desarrollo de ciudadanos autónomos. Santander, su compañero y rival, lo entendió mejor. Pero, matices aparte, ahí reside la verdadera vigencia del pensamiento bolivariano: consolidar las costumbres republicanas en nuestros países, afianzar -a 200 años de distancia- los valores de libertad cívica que nos separan de la tiranía monocrática y la tiranía revolucionaria que Bolívar repudió a lo largo de su alucinante y trágica vida." (Disponível em: <http://blog.latercera.com/blog/murointernacional/entry/la_vigencia_de_sim%C3%B3n_bol%C3%ADvar>.
Acesso em: 15 jul. 2013).
Estátua equestre de Bolívar.
Prof.
Paulo Renato da Silva.