“Durante el largo tiempo del predominio del hombre público, los historiadores han preferido el rumbo de lo político, han indagado en los grandes hechos, en las grandes personalidades, en las acciones visibles.
Hoy, el mundo privado se ha convertido en el escenario privilegiado de nuestros conflictos y de nuestros sueños; la masificación creciente, solo para compensarse, ha convocado el entusiasmo por las particularidades; prevalecen las metas personales de los sujetos; la sociedad se fragmenta en edades, géneros, hábitats; el yo afirma su impronta. Hoy es, pues, tiempo de contar la gesta de lo cotidiano, lo doméstico, lo interno.
(…).
Con la hegemonía del Estado, se fue consolidando la afinación de las sensibilidades, eso que la historiografía francesa llama la invención del pudor. Desnudarse, lavarse, comer, trajinar, actos realizados en otros tiempos en los umbrales de la vida pública, se van retirando. El cuerpo y sus hechos se refugian de la mirada externa.” (CICERCHIA, Ricardo. Historia de la vida privada en Argentina: desde la Constitución de 1853 hasta la crisis de 1930. Buenos Aires: Troquel, 2001. p. 15).