Pular para o conteúdo principal

Historia para leer en ‘’las redes’’

Imagina leer documentos históricos del siglo XVI y XVII, no en papeles desgastados y viejos, dentro de archivos y bibliotecas (muchas veces de difícil acceso), pero en libros de formatos manejables, posteado en una red en su propia casa. Esa escena recuerda al trabajo de un historiador? Para uno de los más importantes historiadores brasileño, sí. Un historiador que creía que las fuentes de la historia, y así también la propia historia, deberían estar al alcance del público.
Vivimos en una época en la cual, paulatinamente, en casi todo el mundo, sucede la digitalización de documentos, libros, cartas, partituras de músicas, grabaciones y otras fuentes guardadas en los archivos de las bibliotecas e institutos. Por varios procesos, como la fotografía digital, esos registros son transformados en archivos de computador y colocados a disposición del público, vía internet. De ese modo, se amplía el acceso a los documentos, y se crean alternativas para la preservación del contenido de esos registros. Sin hablar del confort de los investigadores, estudiosos y curiosos en general, pudiendo visualizar obras antiguas desde sus propias casas.
En el proceso de formación de la historia como disciplina académica, esa preocupación con la preservación de las fuentes y con la ampliación del acceso a las mismas motivó, en otros momentos, importantes iniciativas, cuando la tecnología no era todavía lo que es hoy. Por todo el mundo occidental, al menos, a lo largo del siglo XIX, y el comienzo del siglo XX, muchos historiadores, intelectuales en general e instituciones se preocuparon en ir a los archivos, copiar textos antiguos, para después publicarlos en libros o revistas de historia, en ediciones accesibles a todos, ya a una importante parcela de la sociedad. Los lectores de esas ediciones podrían, así, estudiar,  directo de las fuentes, la historia de sus sociedades. El Brasil no estuvo a parte de ese movimiento. Por aquí se destacó varias iniciativas en ese sentido, bien como el trabajo de algunos individuos, entre ellos el historiador Joao Capistrano de Abreu (1853-1927). Capistrano de Abreu, como es más conocido, es considerado un autor clásico en la historiografía brasileña, en especial por su obra Capítulos de historia colonial (publicada en 1907). Capistrano innovó al estudiar la vida cotidiana del pueblo en la historia; su mayor preocupación no era el estudio de las elites, sino de la ocupación del territorio que vendría a ser el Brasil, investigando las sociedades y los modos de vida del pueblo en ese proceso.
Capistrano también merece destaque por una actividad que realizó a lo largo de toda su vida: la edición y publicación de documentos históricos, en libros o archivos de revistas. Su obra en ese campo buscó lo que llamaba de vulgarización de las fuentes, esto es, la transformación de algo para pocos en algo común, vulgar, accesible al público. En sus ediciones, procuraba facilitar a los lectores el entendimiento de los textos, actualizando la grafía, por ejemplo, tomando un texto escrito en portugués del siglo XVI, y pasando al portugués de su época. Además de eso, procuraba transmitir lo que era esperado de un historiador, en su visión: el cuerpo de conocimientos necesarios para la comprensión de un texto de otra época, y la citación rigorosa de las fuentes y autores utilizados. Tal vez el más importante de los documentos publicados por Capistrano es la Historia do Brasil  de Frei Vicente do Salvador (nacimiento en 1564 – muerte entre 1636-39), natural de Bahía. La obra fue concluida en 1627, pero pasó siglos prácticamente olvidada o escondida en archivos públicos y bibliotecas particulares. Frei Vicente recibiría aquella que es considerada la mejor edición de un documento histórico efectuado por Capistrano de Abreu: la edición de 1918, que trajo, además de una ‘’Nota Preliminar´´, ‘’Prolegomenos’’ (introducciones) a cada uno de los cinco libros de que  se compone la Historia del Brasil. La facilidad de acceso al texto de 1627 fue pensada inclusive en términos de confort para el lector: Capistrano elaboro esta edición de 1918 visando un formato de libro que pueda ser leído ‘’en la red’’, que era donde el historiador cearense gustaba de estudiar. Hoy, podemos leer la obra de Frei Vicente ‘’en la red’’, más en internet, donde ella ya se encuentra disponible.
Con esas ediciones, Capistrano procuraba todavía contribuir para deshacer un tipo de historia basado en el monopolio de los historiadores sobre fuentes. No podrían conocer y escribir historia apenas aquellas que pudiesen adquirir los documentos en subastas y en el mercado de antigüedades, o viajar por el mundo visitando archivos. Capistrano mantenía la misión de indicar, como editor, el aprovechamiento del texto editado en fuente, citando con precisión todos los documentos y libros que usaba. Mostraba, con eso, que todos deberían saber en qué se basaba los historiadores, y de donde extraían sus conocimientos. Sus ediciones permitían a estudiosos sin mucho contacto con historia una introducción a textos antiguos y a toda la bibliografía requerida para comprender y estudiar el asunto, transformando al lector en historiador.

Indicaciones de lectura:

ABREU, João Capistrano de.Capítulos de História Colonial. 1500-1800. 7ª ed. rev. anotada e prefaciada por José Honório Rodrigues. Belo Horizonte: Itatiaia; São Paulo: Publifolha, 2000 (Coleção Grandes Nomes do Pensamento Brasileiro).

OLIVEIRA, Maria Leda (ed.). Historia do Brazil de frei Vicente do Salvador. Salvador, Bahia: Editora Versal Odebrecht, 2008.

La edición de 1918 de la História do Brasil del Frei Vicente do Salvador puede ser encontrada na internet: http://www.brasiliana.usp.br/bbd/handle/1918/01861600. Site da Brasiliana da USP.

Prof. Pedro Afonso Cristovão dos Santos


Traducción: Mariela Raquel Melgarejo López

Postagens mais visitadas deste blog

A perspectiva na pintura renascentista.

Outra característica da pintura renascentista é o aprimoramento da perspectiva. Vejamos como a Enciclopédia Itaú Cultural Artes Visuais se refere ao tema: “Técnica de representação do espaço tridimensional numa superfície plana, de modo que a imagem obtida se aproxime daquela que se apresenta à visão. Na história da arte, o termo é empregado de modo geral para designar os mais variados tipos de representação da profundidade espacial. Os desenvolvimentos da ótica acompanham a Antigüidade e a Idade Média, ainda que eles não se apliquem, nesses contextos, à representação artística. É no   renascimento   que a pesquisa científica da visão dá lugar a uma ciência da representação, alterando de modo radical o desenho, a pintura e a arquitetura. As conquistas da geometria e da ótica ensinam a projetar objetos em profundidade pela convergência de linhas aparentemente paralelas em um único ponto de fuga. A perspectiva, matematicamente fundamentada, desenvolve-se na Itália dos séculos XV e

"Progresso Americano" (1872), de John Gast.

Progresso Americano (1872), de John Gast, é uma alegoria do “Destino Manifesto”. A obra representa bem o papel que parte da sociedade norte-americana acredita ter no mundo, o de levar a “democracia” e o “progresso” para outros povos, o que foi e ainda é usado para justificar interferências e invasões dos Estados Unidos em outros países. Na pintura, existe um contraste entre “luz” e “sombra”. A “luz” é representada por elementos como o telégrafo, a navegação, o trem, o comércio, a agricultura e a propriedade privada (como indica a pequena cerca em torno da plantação, no canto inferior direito). A “sombra”, por sua vez, é relacionada aos indígenas e animais selvagens. O quadro “se movimenta” da direita para a esquerda do observador, uma clara referência à “Marcha para o Oeste” que marcou os Estados Unidos no século XIX. Prof. Paulo Renato da Silva. Professores em greve!